Usos del Hipoclorito de Sodio

Empleado con gran frecuencia en procesos de desinfección y blanqueamiento de prendas, el hipoclorito de sodio es un compuesto químico al que de manera popular las personas llaman simplemente lejía o cloro, se trata de una solución bastante reconocida por su olor penetrante y por hacer parte de los procesos que se llevan a cabo tanto del hogar como a nivel industrial.

Al ser una sal prehidratada, una vez hace contacto con el aire se da inicio a un lento proceso de descomposición, quedando en evidencia su carácter corrosivo e inestable. Su fórmula química es NaClO y su tonalidad verdosa o a veces amarillenta es un distintivo que siempre se hace presente en cualquiera de sus aplicaciones.

Los usos más frecuentes del hipoclorito de sodio

Tal y como se muestra en https://www.clorurodesodio.org/hipoclorito-de-sodio estamos más familiarizados con este compuesto de lo que creemos, lo que ocurre es que no solemos identificarlo por su nombre.

  • Esterilización de materiales: dentro del ambiente quirúrgico, suele ser aprovechado para garantizar la desinfección de herramientas que deben cumplir con estándares altos antes de sus utilizados.
  • Base para el tratamiento del agua: puede ser utilizado en el manejo de aguas residuales para reducir los olores e igualmente para eliminar microorganismos y bacterias del agua que se considera potable. El mantenimiento del agua de las piscinas también precisa de su presencia.
  • Eliminación de manchas: quizás este es su uso más extendido dentro de las labores domésticas, pues lo cierto es que el hipoclorito de sodio es un quitamanchas por excelencia.
  • Procedimientos odontológicos: especialmente en los tratamientos de conducto radicular, se ocupa un poco de este compuesto para evitar que se puedan dar infecciones bacterianas.

¿Cómo se produce?

La producción del hipoclorito de sodio se registra a partir de finales del siglo XIX cuando se consolidó un método para su obtención y posteriormente se patentó para ser comercializado en una presentación embotellada. Existe toda una industria detrás del líquido que compramos en el supermercado, pues lo cierto es que se precisa de electrólisis para exista la debida separación entre el ánodo y el cátodo.

Un proceso llamado desproporción también es requerido para que pueda conseguirse una solución netamente comercial que como cualquier otra tiene consigo algunas consideraciones para evitar que pase al plano de lo nocivo. En este sentido, lo mejor puede ser manipularlo con guantes ya que hay pieles demasiado sensibles que pueden afectarse un poco dada su gran potencia.