¿Cuál es la importancia de la oración a la magnífica virgen?

La importancia de la oración a la magnífica o la magnificat radica en que la Santísima Virgen María proclama la grandeza del Señor con la característica humildad y gracia aquí.De acuerdo al Evangelio de San Lucas (1:46-55), se trata un himno de alabanza de la Santísima Virgen.

Así mismo,  se destaca su importancia en el hecho de que esta oración es utilizada durante la Liturgia de las horas. La cual debería de ser realizada por todos los cristianos cada día.

Oración a la magnífica virgen

La oración a la magnífica virgen es la siguiente:

Mi alma magnifica al Señor

Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador;

Porque Él ha considerado la bajeza de su sierva;

Porque he aquí que de ahora en adelante todas las generaciones me llamarán bienaventurada;

Porque el poderoso ha hecho grandes cosas por mí,

y santo es su nombre;

Y su misericordia es de generación en generación

en los que le temen.

Él ha mostrado poderío con su brazo,

Ha dispersado a los orgullosos en la vanidad de su corazón.

Ha derribado a los poderosos de sus tronos,

y ha exaltado a los humildes.

Ha colmado a los hambrientos con cosas buenas,

y a los ricos los ha enviado vacíos.

Ha ayudado a Israel, su siervo, consciente de su misericordia.

Y ahora a nosotros, en su devoción, eternamente.

Si quieres aprender a rezarla correctamente, recomendamos este enlace.

Datos importantes

La oración a la magnifica virgen proporciona un gran material para la meditación de la Visitación, el segundo Misterio Gozoso del Rosario. Cuando el ángel Gabriel informa a María de que va a ser la Madre de Dios, también le habla del embarazo de su pariente Isabel con Juan el Bautista.

Después de que María da su famoso consentimiento para convertirse en la Madre de Dios, «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lucas 1:38) va «con prisa» (1:39) a ayudar a Isabel, que está encantada de verla. Nuestra Señora expresa entonces su alegría en la oración a la magnifica virgen.

Podemos admirar la devoción de María al emprender lo que debió ser un arduo viaje para ir de Nazaret, donde vivía, a un pueblo de Judá donde vivía su primo, a unas 70 millas de distancia.

Esto adquiere especial importancia cuando consideramos que en aquella época no existían los medios de transporte como los disponibles en la actualidad.