Ser torero como oficio

El único oficio con ausencia de arte y presencia de miedo que juega con la muerte, es la de ser torero, pues sólo del miedo puede brotar una ocupación tan grande, y no se trata del miedo al fracaso, sino al dolor, al propio y al de los rodean tu cuadrilla, torero. Ese miedo es el que te hace buscar lo auténtico en la suerte de torear.

El difícil oficio de matar toros

Sin el toro no existe el torero y con él, a veces, solo un matador de toros. Ser torero es una cosa de gran escala que lleva consigo magia, sentimiento, improvisación, y por ende un oficio muy difícil, además de peligroso; ser matador de toros, es algo más allá de un oficio, porque son muchos los llamados y poco los elegidos a esta riesgosa profesión.

Profesión u oficio selectivo del torero

Son pocos los que logran vivir del toro, todo depende de un factor suerte, que es determinante para su salida al ruedo, que unido al sacrificio y constancia hacen de este oficio por vocación una formación de vida; donde por supuesto también es importante la firmeza  en los valores personales de la tauromaquia como son el respeto, la disciplina, el esfuerzo y el compañerismo para lograr dominar la técnica de torear ejecutando tareas mecánicas, rutinarias y limpias, pero que la mayoría de momentos carecen de alma, de espontaneidad y de emoción. Tareas llenas de pases, donde gana más la cantidad que la calidad. Muchas veces faenas u tareas asombrosas, pero que cuando ocurren, es sobre todo por la calidad, la bravura y la nobleza del toro, criado justamente para este espectáculo, que unido a ese conocimiento que tiene el torero de este arte hace que lo que se vea resulte bello, espectacular y deslumbrante.