El interesante origen de los diez mandamientos

 

Como parte esencial del judaísmo y el cristianismo, los diez mandamientos corresponden a un conjunto de principios éticos y de adoración que de alguna manera marcan la pauta sobre la manera de llevar una vida que sea acorde a las enseñanzas y disposiciones del ser supremo. En caso de que el propósito sea conocer de dónde provienen, entonces es preciso nombrar a Moisés pues de acuerdo a la historia tradicional, este decálogo fue entregado a él para que lo compartiese con el pueblo.

Conocidos popularmente como las leyes de Dios, lo cierto es que los diez mandamientos guardan un significado bastante especial que sin importar la época en la que el ser humano se encuentre, sin lugar a dudas pueden ser aplicados a la vida diaria revelando grandes frutos.

La procedencia de los mandamientos

Hijo de una mujer hebrea que lo abandonó en el río Nilo para que fuese adoptado, Moisés, de acuerdo al Antiguo Testamento fue el hombre designado por Dios para recibir en el monte Sinaí este conjunto de instrucciones, lo cual sucedió a través de una revelación a la que encontró acceso tras pasar cuarenta días y cuarenta noches en soledad.

En los libros de Éxodo y Deuteronomio, se narra que estos mandatos fueron escritos por Dios en tablas de piedra y a continuación fueron puestos en manos de Moisés. Entre las 10 premisas, se aclara que no se deben tener otros dioses aparte de Él ni mucho menos ídolos, igualmente se prohíbe asesinar, robar, cometes adulterio y dar falso testimonio entre otras cosas; puesto que los mandamientos pueden ser resumidos en dos grandes aspectos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a sí mismo, cumplir la ley divina incluye su correspondiente apropiación para que estos sean algo natural del individuo.

Debido a que no basta únicamente con creer para alcanzar la salvación, cumplir los mandamientos es prueba fehaciente de la trascendencia de Dios Padre.

Los diez compromisos de Neale Donald Walsch

Corresponden a una re interpretación de los mandamientos, pero enfocándolos en la sociedad moderna, por tanto, son escritos desde la libertad y apelando más que nada al sentido del compromiso para llegar a interiorizar verdaderamente todas estas recomendaciones que trazan el camino hacia la felicidad.

Definiéndose como un mensajero espiritual, Neale Donald Walsch formula estas reglas de una manera bastante distinta y con la promesa de por medio de llegar al cielo.